

Kikyo suele mostrarse siempre extremadamente calmadada, pacifica y muy callada. Sus sentimientos son en su mayoría buenos, fue siempre una mujer muy pura; bondadosa y sabia. Sin embargo, todas sus maravillosas cualidades se ven contrastadas por el intenso odio e ira que siente a causa de la terrible tragedia que le sucedió minutos antes de morir. Al ser resucitada, ella desarrolló una nueva personalidad: fría, calculadora, cruel, despiadada e incluso sadica. A pesar de todo, sus sentimientos hacia Inuyasha no han cambiado, pero se resiste a recibir su ayuda y rara vez lo contacta. Pese a haber cambiado, Kikyo sigue asistiendo a los enfermos de las aldeas y cuidando de los niños que ahi habitan. Jamás ha atacado ni matado a nadie inocente o que ella considere que debe vivir, su lado piadoso sigue siendo muy prominente y se ve acrecentado a medida que avanza a la historia.
Ella es siempre conciente de los factores fundamentales que determinan las situaciones, es muy inteligente y perseptiva. Estos atributos se mezclan con su nuevo caracter algo maquiavelico e ironico. Ella suele analizar las circunstancias de una manera especial y logra ver cosas que los demás personajes no pueden percibir. Su afecto por Inuyasha le hace recobrar algo de su antigua personalidad, la cual se muestra calida a pesar de su gran calma.
Su rostro parece despedir una mirada fría y astuta, su falta de emociones contrasta netamente con el caracter efusivo y enérgico de Kagome, su reencarnación. A diferencia de Kikyo, Kagome carece de sentimientos crueles y pensamientos violentos que aceptan con naturalidad los horrorosos hechos que conforman la realidad. Kikyo no abandona aquella postura dura e intransigente, pero el deseo de salvar su alma la dirige a un destino en común con los demás protagonistas.

increible
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